Los mexicanos somos muy incongruentes con nuestro pasado indígena: por un lado nos mostramos altamente orgullosos de las civilizaciones precolombinas, como los mayas o los aztecas, pero tratamos con la punta del pie a las actuales etnias de indios mexicanos.
Lo mismo pasa con el talento en cuanto a generación de contenidos para los diversos medios de comunicación modernos: nos encanta presumir que González Iñárritu, Cuarón y Del Toro son mexicanos, (por cierto, todos ellos emanados del ejercicio de la publicidad), pero los modernos anunciantes pretenden matar de hambre, (o acabar), a ese talento, con plazos de pago en verdad leoninos sin recibir un anticipo.
P.ej. la Cervecería Modelo paga ya a sus proveedores creativos a 270 días. Walmart lo hace a 180 y el queso de los anunciantes, entre los que desde luego se cuenta Bimbo, paga a 120 días cuando bien les va a sus proveedores.
Y pongo el ejemplo de Bimbo, esperando que este comentario le llegue a Daniel Servitje porque me parece inconcebible que una empresa orgullosamente mexicana, con ventas de miles de millones de pesos, se tarde de 120 a 180 días en pagar 300 mil pesos, 15 mil dólares, por un pichurriento comercial de TV.
De ello que esta columna celebre con bombo y platillo y apoye con entusiasmo la iniciativa de las 21 agencias creativas mexicanas, todas ellas independientes, que buscan fijar términos y condiciones justos en la forma en que las marcas pagan sus contenidos creativos en este país.
Y aunque ellas no han llegado a ello, este columnista anticipa que lo más viable para que Bimbo y compañía no se cuelguen está en que se expida una ley que impida la difusión de cualquier material publicitario cuyos derechos autorales o actorales no hayan sido cabalmente cubiertos el día del lanzamiento de la correspondiente campaña: con una primera demanda o multa que se dé al respecto todos se va a alinear.
Me canso ganso. Porque esos ya no son abusos: son robos en despoblado.