Desde que los publicistas de huarache de este país adquirieron una pasión enfermiza por participar –y sobre todo por asistir- a Los Leones de Cannes nosotros nos olimos que algo andaba mal y nunca hemos dejado de criticar a aquello, que se ha convertido en La Danza de los Truchos y por ende de las mentiras.
Todas las agencias mexicanas, con las dos o tres excepciones que nunca faltan, que han ganado ahí algo, sufren ahora una grave escasez de clientes, ya casi nadie se acuerda de ellos y su “triunfo en Cannes” sólo les sirvió como La Carabina de Ambrosio o La Corneta de Tía Justa. Inclusive a quien obtuvo un León de Titanio o hasta un León de Cristal, (¿o era de vidrio?) y que ahora sufre ante el acoso de sus acreedores. Lo cual no impidió que, en su momento, “los creativos triunfadores” se hayan dado la gran paseada, a todo lujo, con cargo al dinero de los anunciantes que eran quienes, al final, pagaban esos excesos.
Si hay algún país imperialista, racista y clasista ese es Francia: la mejor prueba de ello es que, mientras menos piezas inscribe algún país a Los Leones, peor trato recibe en lo general. Porque al final de cuentas el concurso es un negocio en donde lo que manda es la lana: pregúntenle a Pepe Montalvo el día que él ganó el Gran Premio Absoluto en Cannes y nomás nunca se lo dieron: le inventaron mil y un pretextos, se la hicieron de jamón y le pintaron un violín. Y había ganado a lo derecho.
Así las cosas, en enero de 2019 todos los creativos mexicanos vimos cómo la idea de la “esfera bombera” de Figallo ganó todos los premios habidos y por haber en el Círculo Creativo 2019. Y ganó porque la idea es de lo mejor. ¿Y saben qué? ya ni siquiera pasó al short list en Cannes. ¿Es justo eso? claro que no: es politiquería e intereses creados.
Insisto: ¿ya quien le cree a Cannes?