A mediados de la década de los ochentas del siglo pasado, la empresa llantera Uniroyal de México encargó a su agencia, Young & Rubicam, la realización de una campaña que contaría a la TV como a su medio principal. El director de Y&R era Brian Wilson, un gringo mexicano buenísima onda y el Vp Creativo Manuel Ortiz.
La agencia planteó el proyecto de un comercial en donde un auto, con paracaídas, era soltado desde un avión y al caer las llantas aguantaban el impacto y seguía rodando como si nada. Se trataba de una cotización para la que se requería un presupuesto de millones de pesos por lo que se pidieron presupuestos a diversas empresas, una de las cuales ya iba más que “amarrada” con Manolo Ortiz.
Sin embargo, al darse cuenta de la transa, (que era por demás obvia, además), otra productora, de nombre Filmo y cuyo productor se llamaba Melchor Ayala, “rajó la sopa” y lo denunció todo ante cliente y agencia, quienes acordaron “darle cuerda” a Manolo diciéndole que el comercial en cuestión debía realizarse, por fuerza con Filmo.
Sin sospechar nada, Manolo Ortiz le planteó a Filmo lo siguiente:
-“Mis jefes me están obligando a trabajar contigo y si quieres que así sea, me vas a tener que pasar más lana…”-
Melchor Ayala, que era un empresario con un colmillo bien torcido, fingió estar de acuerdo y fue incluso estimulando las exigencias de Manolo, que cada día crecían más y más. Ese fue, visto a distancia, el error que al final echó a perder la que pudo haber sido una brillantísima carrera para el señor Ortiz: su voracidad material insaciable.
Porque, como ya dijimos, Manolo se metió de todo, pero nunca fue adicto: él podía interrumpir su consumo de cualquier sustancia en cualquier momento si el trabajo así se lo demandaba. Su única droga fue el dinero: el dinero al que nunca pudo resistirse. Y que lo perdió al final en el caso de Uniroyal – Young & Rubicam. Cuando Brian Wilson, Melchor Ayala y demás jerarcas de Y&R y Uniroyal reprocharon a Manolo su corrupción, dicen que éste solo recogió sus cosas de su oficina y se retiró. Y no volvió a trabajar en un año. Lo que no impidió que al siguiente entrara a Ogilvy & Mather México. Y luego a Mc Cann Erickson. Y que regresara, para una segunda época, a Young & Rubicam. Agencias, todas, donde siguió cobrando comisiones exageradas a las Casas Productoras. Y todo lo gastó.
Se buscan anécdotas de Manolo Ortiz
La anécdota de Uniroyal -Young & Rubicam la hemos narrado porque ya todos sus personajes están muertos. Melchor Ayala, Brian Wilson y ahora Manolo Ortiz. Pero no es la única. Manolo Ortiz tiene tantas anécdotas como personas lo conocieron.
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