Más de 40 años de experiencia en este pseudo glamoroso mundo de la publicidad, me han enseñado que mucha gente, sobre todo joven, se va con la finta y abre dizque agencias de todo tipo, sin ningún tipo de respaldo económico y muy pronto truenan llevándose entre las patas a la gente inocente que cree en ellos. Y a las marcas de prestigio, que es lo más grave.
Tal es el caso de la “agencia de modelos” New Icon, que dirige Pablo Antón, un ex-modelo al que se le hizo fácil hacer su propia agencia y que ahora le debe dinero a todo el mundo porque ya se gastó la lana de los clientes en puras cosas de relumbrón, como por ejemplo, unas oficinas en la Calz. Víto Alonso Roble, en pleno San Ángel, del que ya lo andan corriendo porque hace varios meses que no paga la renta.
El escándalo de Antón más conocido, que no el único, es un comercial de Tostitos, marca de Sabritas, (el anunciante más mediocre de México), que filmó, desde enero de 2020, la productora argentina Gato TV que es propiedad de un pibe de nombre Nicolás Woller.
Primer error: ¿cómo le das a producir un comercial a una empresa, en Buenos Aires, cuando no tienes la certeza de que sea una productora seria y profesional?
Lo barato cuesta caro diría mi tía Eduviges.
Sin pensar en ese riesgo, BBDO México, la agencia que preside Carlos Vaca, contrató a Gato TV y ésta, a través de New Icon a una bola de jóvenes, más de diez, a quienes prometió el pago de 20 mil pesos por piocha a cambio de aparecer en un comercial de 30 segundos, que se terminó en unos cuantos días y que incluso ya pasó al aire durante los 3 meses de costumbre en estos casos. Obvio, en los canales de Televisa.
¿Y el pago para los muchachos actores?
Ni sus luces: Sabritas jura y perjura que ya le pagó a la agencia y esta hace otro tanto con Gato TV y esta, para no interrumpir la cadena, dice que ya lo hizo con New Icon.
¿En dónde quedó la billetiza?
Si Sabritas no miente (cosa que está de dudarse), la bolita está entre BBDO, Gato TV y, lo más seguro, en New Icon. Y, si es éste último, como todo parece indicar, “la lana ya se gastó”, como dicen los yucatecos.
Con lo cual procede incluso una demanda penal y hasta tanque para el hampón de Pablo Antón. Todo está en que los muchachos perjudicados demanden, porque existe el respectivo contrato.
Y la ley dice que, si los actores no reciben la contraprestación acordada, la empresa fabricante, en este caso Sabritas, debe pagarles “el 40% de las ventas alcanzadas por Tostitos en los 3 meses que se exhibió el comercial producido”… ¡estamos hablando de una millonada!
Con lo que cabe otra pregunta: ¿sabrá Pedro Padierna, director general del Grupo Pepsi en México, en el problemón en que lo están metiendo sus proveedores publicitarios de cuenta?