Durante más de tres cuartas partes del siglo, insisto, a lo largo de más de 75 años, los socios de AMAP (Asociación Mexicana de Agencias de Publicidad) fueron los hipermamones de la historia. Los elitistas que se rehusaron a convivir con la chusma para la que, se suponía, deberían de trabajar y se encerraron en una irrealidad que ahora les está pasando la factura.
Todavía hará unos quince años, ante el crecimiento de nuevas disciplinas, la AMAP se juntó con otras asociaciones para crear la CICOM, (Confederación de la Industria de la Comunicación
Comercial)… con la consideración de que, de manera invariable, la misma siempre debería ser presidida por un miembro de la AMAP en un alarde de prepotencia y con un claro mensaje: si a mí se me ocurrió la idea, entonces yo debo manejarla… ¡chingón!
Y por eso CICOM no funcionó: porque nació más como capricho que como un ente aglutinador. Y ahora, ante los fracasos que brotan por doquier, la AMAP viene a darnos un discurso lleno de incongruencias, que Sebastían Tonda dictó para llamar a la unidad de todos con una Alianza por el Valor Estratégico (AVE).
Fue algo que, tantito por la ambigüedad del tema y muchito por las cantinfleadas del Sr. Tonda, varios no entendimos. Porque, además, se habla mucho pero no se dice nada en concreto: ¿qué vamos a hacer para que los anunciantes paguen ya de manera oportuna? Porque ese es el problema: los anunciantes están pagando a las quinientas y con ello le están dando en la madre a la industria. Pero AVE ni lo menciona.