La leyenda mas reciente dice que Topo Chico es una marca regiomontana local que, como muchas otras, fue adquirida en su momento por FEMSA Coca-Cola. Se trata de un agua mineral que salía de un pequeño manantial, del mismo nombre, ubicado dentro de la zona urbana de Monterrey, N.L.
¿Y por qué el nombrecito?
Porque la leyenda más antigua, afirma que Topo Chico fue un joven indígena de la etnia chichimeca, o séase antes de la Conquista, quien un buen día, al ir persiguiendo a un venado para cazarlo, el animal llevó a su perseguidor a descubrir el manantial al que la tribu del muchacho puso el nombre del mismo. Se trata de una leyenda urbana que todos los taxistas de Monterrey se saben de memoria y repiten a cuantos quieran oírla. Entonces… ¿por qué el invento o distorsión que la marca está ahora usando en su campaña de “beberla para creerla”?
Se trata, nos queda claro, de una muestra mas de orquitis creativa, en el que la inflamación de los dídimos llevó a los creativos de la agencia a presentar a la marca lo primero que se les ocurrió sin tomarse la molestia de averiguar bien a la historia. Y el cliente, otro ignorante, aprobó una falsedad que deja muy mal parada a la marca porque, piensa el consumidor, si me mientes una vez, me mentirás siempre.
¿Pero qué necesidad había si la historia, ya de por sí, es bastante interesante para utilizarla tal cual y sin necesidad de recurrir a inventar cosas que no son ciertas?