La mañana del 1º de julio pasado toda una cuadra de la calle de Ciprés, en su esquina con Eulalio Guzmán, en la Colonia Santa María la Ribera amaneció cerrada “porque estamos haciendo una filmación. Vamos a estar en la calle porque buscamos una ambientación urbana y vamos a hacer algunas tomas desde la altura del puente peatonal de aquí en frente”.
Quien así habló fue Julio Cortés, quien se presentó como produce manager de Catatonia, una de las empresas más serias y profesionales del país, por lo que la gente le creyó al sujeto.
Pero cuál fue siendo la sorpresa cuando, a los pocos días, se empezó a transmitir, a nivel nacional y por el Canal de las Estrellas, el comercial cuya toma principal ahora mostramos en donde aparece claramente la entrada principal de una de las empresas ahí localizada. Al respecto, la ley es muy clara: se consideran áreas comunes hasta las banquetas, pero a partir de la fachada se considera propiedad privada por lo que la productora debe pagar derechos por uso de imagen, que por lo general son 30 mil pesos. Algo que el burro de Julio Cortés desconoce, porque se nota que es un improvisado. O lo sabe, pero como es un hampón simplemente no quiso pagar.
Porque cualquier empresa profesional, en estos casos, pide a los propietarios de los inmuebles involucrados la firma de un documento del cual incluso hasta existe un machote. Y nada de eso sucedió en el caso que hoy nos ocupa: el Sr. Cortés se limpió con la excusa de “yo soy de Catatonia y a mí me tienen que aguantar”.
Así que, cuando su imagen empezó a aparecer en la TV y sin su autorización, los afectados se apresuraron a hablar a Catatonia tan solo para recibir la siguiente respuesta: “el comercial del caso nunca fue producido aquí y al Sr. Julio Cortés no lo conocemos”, respondieron Verónica Valadez y Sergio Cortés, quienes son los directivos, ellos sí, de Catatonia.
Obviamente se trató de un fraude: de alguien que se hizo pasar por empleado de una empresa seria, para clavarse cuanta morralla encontró. Alguien que se dice llamar Julio Cortés a quien denunciamos desde aquí para prevenir a nuestros lectores y al gremio. Porque, tratando de encontrar a algunas agencias involucradas, El Publicista habló con Publicis, La Doblevida, Vale Content y otras agencias serias y en todas ellas la respuesta fue la misma “nosotros no hicimos nada y a Julio Cortés ni lo conocemos”.
Hurgando aquí y allá El Publicista pudo averiguar que incluso no se contó con el permiso necesario por parte de la Comisión de Filmaciones. A estas alturas ya hasta estamos dudando de que exista en realidad.
Al punto, aprovechamos para señalar aquí la poca transparencia con que dicha Comisión de Filmaciones se maneja: esta revista solicitó una copia del correspondiente permiso, que ya estamos viendo que no existe, y esa oficina puso infinidad de peros y nunca nos fue dado el documento. Ya estamos viendo que su titular Guillermo Saldaña se la pasa más preocupado por barbear a Epigmenio Ibarra y a Claudia Sheinbaum, que en cumplir con su trabajo: porque ni siquiera ha sido para abrir un escritorio de quejas, (y urge).
Sintetizando, el tal Julio Cortés se aventó a grabar un comercial en la calle, sin permiso de las autoridades ni de los vecinos, suplantando para ello a otras personas y asumiendo una personalidad falsa… ¡es una joyita el hampón!