Ya antes señalamos en esta misma columna que el nuevo servicio de Vix de Televisa, a base de streaming gratuito es un fracaso porque no sirve: insiste en ofrecer pan con lo mismo.
Después, gracias al pleito que se traen Fox Sport y Dish nos venimos a enterar que este último ha perdido casi al 60% de sus suscriptores: ya solo lo ven unos cuantos arrastrados por la necesidad. Y lo dice el IFT.
Para colmo, el 20 de abril todos los periódicos publicaron que, durante el primer trimestre del 2022, Netflix perdió 200 mil suscriptores lo que provocó una caída del 30% de sus acciones en la bolsa.
Ipsofacto y pepsodentamente, todas las demás empresas de streaming, como Disney+, Amazon y demás compañías dieron a conocer que ya están analizando “muy seriamente el incluir publicidad en su programación”. O sea que van a volver a la televisión de endenantes, pero mas mejor.
En pocas palabras, se trata de una lucha por las audiencias, que ya no se conforman con cualquier telenovela de las de Enrique Alonso y que se han vuelto insaciables en cuanto a su consumo de contenidos.
Mientras que son peras o son manzanas las agencias, sobre todo las de medios, deben ponerse a pensar cómo es que harán llegar los mensajes de sus clientes anunciantes a los consumidores: porque la lucha continúa y la gente tiene que seguir comiendo.
Si a ese galimatías del que las propias televisoras no saben cómo salir le añadimos que también la radio anda por los suelos, con un exceso de oferta que el público ya desdeña sin ningún pudor, podemos concluir que estamos en la lona. Porque, ahora… ¿en dónde nos vamos a anunciar?