Aunque mis paisanos griten y desgarren sus vestiduras, hay que reconocer que los mexicanos somos bastante conformistas: pudiendo sacarle todo el provecho del mundo a nuestra cercanía con los EU, nos echamos a la milonga y dejamos que, a la buena de Dios, nos caiga cualquier cosa.
No así los argentinos quienes, buscando superar que están en el fondo del mundo, tiro por viaje se trasladan al ahora país de Donald Trump en busca de oportunidades. Y, a menudo, consiguen cosas bastante buenas. Así, por ejemplo, partiendo de la base de que Miami, Fla. es la tierra de los medios en español, en donde muchos grandes anunciantes aprovechan para hacer sus compras regionales, para todo el continente, no pocos colegas argentinos han abierto dizque “agencias de medios”, ofreciendo al posible cliente la ventaja del trato personal y con un solo proveedor.
Eso es algo que se ve más en marcas de relojes, moda, perfumes y otros artículos de lujo y más en aeropuertos: el sol sale para todos. Pero de ahí a pretender, como ahora Erika Ávila, que ella está de mera mera de Untold México, son puras habladurías. Porque, para empezar, a la señora no la despidieron, la corrieron de su anterior empleo porque no pudo explicar, cómo con un salario de 3 mínimos al mes, es que tiene ya tantas propiedades: incluso una casa en Miami, Fla. por cierto.
Sobre todo porque, antes, se suponía que trabajaba como “encargada de negociaciones”. Y se quemó: la señora ya acabó en este medio y va a estar muy difícil que alguien la quiera contratar con esas mañas. Así que, a Dios rogando y con el mazo dando, ahora se asume como representante en México de una agencia con oficinas en Buenos Aires y Bogotá… ¡más claro ni el agua!
Pobres argentinos, ellos tan movidos y ahora, por no investigar antes, ya les tocó bailar con la más fea.