El regreso a clases en México inició a principios de este mes pero, al igual que en otros países de Latinoamérica, aún quedan muchas dudas acerca de los protocolos de sanidad necesarios no sólo para la reapertura y operación de los centros educativos, sino también, para la convivencia de los estudiantes, maestros y personal administrativo en esos espacios.
El desafío en sí es enorme. Y es que con la pandemia, se interrumpió la actividad escolar de 180 millones de niños y jóvenes en toda la región. Además, según la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), otros de los efectos provocados por la contingencia serán la pérdida general de aprendizaje en 25% y un retroceso pedagógico de hasta 10 años. Por todo ello el retorno a las escuelas se ha vuelto un tema prioritario para, prácticamente, todos los países.
El reto en México
A propósito de este panorama, la tecnología -y en específico la que tiene ver con la conexión vía WiFi- ha estado cada vez más presente como una herramienta que ha servido para contrarrestar los efectos negativos de esta situación. Sin embargo, su distribución y uso no se ha dado de igual forma en todo el país.
De acuerdo con el “Estudio sobre los Hábitos de Internet en México” hecho, entre otras organizaciones, por la Asociación de Internet MX, el número de usuarios de la web creció 10.2% durante 2020, en comparación al año anterior, lo que supuso que más niños y jóvenes en el país buscaron continuar sus estudios a través de los programas de educación a distancia.
Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) afirma que, a nivel local, 24.84% de los estudiantes de entre 7 y 17 años no tiene los recursos para acceder a la red; mientras que 4.47% no cuenta con televisión por lo que, en ninguno de los casos, pudieron seguir con algún programa de enseñanza a distancia.
Ahora, con el retorno progresivo a las escuelas, se abre para la tecnología una nueva oportunidad para mejorar esta situación y tratar de reducir, cuanto antes, la brecha educativa actual. Pero también, para las empresas especializadas en la analítica y marketing WiFi, se nos presentan condiciones para mostrar cómo, a través de nuestros dispositivos, es posible proteger alumnos y docentes de COVID-19.
Espacios controlados
¿Cómo llevar el registro del número de alumnos, maestros y personal docente en un espacio educativo? Aunque las autoridades locales han propuesto un esquema de reingreso “escalonado”, con días establecidos por apellido, para así evitar aglomeraciones, este método puede resultar insuficiente y poco preciso; sobre todo si se necesita cumplir con los protocolos establecidos de asistentes.
Ante ello, la localización inteligente es un recurso útil. A través de un sistema de ubicación que detecta las señales WiFi de los dispositivos móviles es posible medir, en tiempo real, el comportamiento, aforo y distanciamiento de las personas en espacios físicos.
Así, teléfonos celulares o tablets al alcance de la red son identificados por los puntos de acceso WiFi, que pueden colocarse en uno o varios lugares de las instalaciones; luego, en un tablero en vivo, se ilustran gráficas que organizan la información de localización y notifican, por ejemplo, de aglomeraciones inusuales.
Prevención vía WiFi
A través de la tecnología Smart Wifi es posible fomentar la comunicación para mejorar experiencias de acceso a Internet y mantener conectados a los estudiantes con las autoridades de la escuela; así, se abre la posibilidad de brindarles información de prevención y protocolos sanitarios (antes, durante y después de clases) a fin de evitar malos hábitos que originen posibles contagios.
Además, con la análitica de datos se puede hacer, por perfiles y temporalidad, la programación automática de campañas; o bien, también se pueden realizar microsondeos y microsegmentación para conocer, por ejemplo, cuál es su percepción acerca de las políticas que está tomando la escuela en este regreso a clases. Con ello, las posibilidades de esta tecnología son variadas.
La prevención hoy es una práctica que no podemos dejar de lado y con estas herramientas digitales queda claro que, este regreso a clases, es una buena oportunidad para aplicarlas. Más y más instituciones educativas, estoy seguro, sumarán estos esfuerzos a favor de sus comunidades y la educación, pero también, de la integridad de sus alumnos.