La última semana de marzo pasado todos los principales diarios de este país hablaron lindo y bonito de una nueva reforma integral a la actual Ley Federal de Cinematografía.
Entre otras muchas iniciativas, dichas reformas contemplan que el 15% del tiempo en pantalla sea para el cine nacional. Nos referimos a las salas, desde luego. Lugar donde, además, solo podrá destinarse el 45% de las pantallas disponibles para un mismo estreno.
Hay que señalar que, a la fecha, cuando ven que algún estreno pinta para ser un blockbuster, (léase exitazo), las cadenas distribuidoras saturan los espacios sin permitir que las demás sean vistas. Eso es algo de lo que, desde siempre se han quejado los productores mexicanos: de que es muy difícil competir con Hollywood en cuanto a número de cintas producidas mes con mes.
Ojo: aquí hay algo que vale la pena considerar. El que, de acuerdo a los recientes resultados de los concursos de cine de todo el mundo, México puede presumir ahora de tener a los mejores directores del orbe. No estamos exagerando: la verdad hay que decirla sin falsas modestias.
Se trata entonces, ahora, de incrementar la producción de largometrajes nacionales: algo que va a tener que hacer la IP porque ya vimos que esa, el impulso a la industria, es otra de las muchas cosas de las que el gobierno actual no entiende ni papa. De hecho, no hay nada que entienda.