De acuerdo a los últimos resultados de la Encuesta Nacional de Confianza del Consumidor, en México, solo el 1% del público, manifestó no acudir a las salas de cine por miedo al contagio del coronavirus. En cambio, el 45% dijo ya no ir al cine por falta de recursos económicos. Dicho de otra manera, la gente no va al cine porque ya no le alcanza el dinero para pagar el boleto de entrada.
Lo cual plantea un problema serio para una industria que, si se quiere reactivar, va a tener que bajar los precios de sus entradas o inventar ofertas. O, mejor aún, tiene que hacer mercadotecnia: es momento de revivir aquellas viejas ideas que ofertaban boletos para el cine regalándolos en la compra de tal o cual marca de productos de consumo.
Porque el cine, en México, le da de comer a mucha gente: de hecho, conforme a los recursos que genera y los trabajos que crea, la industria del cine nacional es la quinta más importante del mundo. Somos el país que más contenidos produce, año con año, en el idioma español.
Por otra parte, existe el temor entre la industria en el sentido de que, cuando se vuelva a la normalidad, la avalancha de películas producidas en Hollywood arrase con la producción nacional: van a llegar tantos filmes, que ahora están enlatados y en espera de que se reabran los cines, que no va a haber lugar en las cadenas para las producciones mexicanas… ahora que todo parecía indicar que estábamos llegando a una segunda época de oro del cine nacional. Nos llovió sobre mojado. Éramos muchos y parió la abuela.
Pero no podemos quedarnos cruzados de brazos: lo que hagamos tendremos que hacerlo nosotros, los industriales y los cinéfilos mexicanos porque el gobierno de la 4T es un cero a la izquierda. Y no porque no quiera, sino porque no sabe.
Lo dicho: no se puede tener un pueblo pobre con un gobierno ignorante como el que tenemos.