Los partidos se echaron la soga al cuello ellos solitos: creyeron que podían contratar a precios ridículos y pagar cuando les diera la gana y ahora ya nadie les quiere vender. Ellos se perdieron de su presencia en el único medio masivo del siglo XXI.
Con lo que la lucha por el hueso, para todos, se ha vuelto más complicada. Se han ido a la radio pero ahí las cosas son muchísimo más caras. Porque, como lo dijera Roger Enrico en su momento: “el que domine la calle dominará el mercado”. Y, en este caso, las votaciones.