Ya pasó un año de encierro, que si bien no todos acataron, sí nos ha causado un gran daño a la economía. Porque, a final de cuentas y al parecer, el estar encerrados no nos sirvió de nada a los mexicanos: somos el país con el peor manejo de la pandemia, la gente se sigue muriendo sin que la curva se aplane, y en cada familia hay por lo menos un contagiado: ello nos arroja un estimado de 25 millones de enfermos que el gobierno no menciona para nada.
¿Ven por qué digo que ya NO debemos de creer en las encuestas y estadísticas de López Obrador?
Con los pelos de la mula en la mano me atrevo a afirmar que esos “otros datos” que el gobierno manifiesta son por entero falsos. Porque se enfrentó a la pandemia sin ninguna estrategia: nosotros, que sabemos de comunicación, podemos juzgar los resultados y todo salió mal porque nunca hubo una estrategia de comunicación que, a partir de un concepto rector, buscara concientizar a la población sobre cómo superar al problema.
La presidencia primero y las otras dependencias de gobierno después, se perdieron en el laberinto de tatar de decir cada quien algo, nunca unificaron los mensajes y la gente terminó por no entender nada. Y, por ende, el público no siguió nada, con los mortales resultados por todos conocidos. El vocero de la presidencia, que es quien ahora supuestamente maneja la comunicación del gobierno, está bueno para casarse a todo lujo, pero de comunicación estratégica no sabe ni maiz, palomas.
Y así está todo en la 4T: el huachicol (que no cesó), la inseguridad, (porque la Guardia Nacional está pintada), la CFE como coto de Manuel Bartlett… ¡todo, todo, todo!
Y pregunto: ¿así vamos a regresar a clases y a la normalidad?