Alfredo Álvarez de Anaya fue el amigo personal en la vida de Francisco I. Madero. De tal manera, al tiempo de la Revolución, el ya presidente ayudó a su amigo a ser diputado por Teziutlán, su tierra natal y luego lo nombró super-intendente de Palacio Nacional.
Como secretario particular, que de facto lo era de Madero, Don Alfredo tuvo mucho contacto con la correspondencia personal y oficial del presidente y con algunos de los objetos personales que este último guardaba en su oficina.
El Sr. Álvarez vivió una gran travesía junto con la familia Madero: escapó a Chihuahua, después se trasladó a Puebla y de ahí a Veracruz para embarcarse en el mismo navío que llevó a la familia Madero a Cuba y de ahí todos se fueron a Nueva York porque, desde Nueva York, Madero y Álvarez viajarían a la frontera para encontrarse con Francisco Villa.
Ya reunidos con Villa, nombraron a Alfredo Álvarez y Anaya Coronel para hacerse cargo de los hospitales en los ferrocarriles en donde llegaban los soldados de la batalla heridos. Ahí eran atendidos y de ser necesario operados.
Un dato que no cuenta la historia oficial, es que Francisco I. Madero no murió a las afueras de Lecumberri, su asesinato ocurrió en Palacio Nacional, justo en las caballerizas. Este atentado estuvo a manos de un militar drogado quien le dio un disparo en la mandíbula. Datos como este que acabamos de narrar se encuentran en un archivo integrado por más de 230 cartas y telegramas, además de fotografías inéditas que perteneció a Alfredo Álvarez y Anaya.
Cuando derrocan a Huerta el Sr. Alfredo Álvarez y Anaya regresó a la Ciudad de México lo primero que hizo Álvarez de Anaya fue correr a abrazar a su esposa, quien lo había dado por muerto tras 24 meses de no saber de él.
Alfredo Álvarez, pensando en hacer lo correcto, le entregó a Sara Pérez de Madero todos los archivos y fotografías pertenecientes a Francisco I Madero y que pudo rescatar en su momento. La señora Pérez de Madero se negó a recibir los documentos y le pidió que él los conservara, argumentando que en mejores manos no podrías estar. Además doña Sara le regaló los muebles que se salvaron de la quema de la casa de la calle de Berlín.
Cabe aclarar que, entre los mencionados objetos, el más sobresaliente fue –y sigue siendo- la banda presidencial que Madero usó como presidente. Todas esas cosas las heredó Don Alfredo Álvarez y Anaya a su única hija y ésta, a su vez, a uno de sus hijos, que es quien narra esta historia, Arturo Alvarado.
Con toda justicia, a tan valioso acervo se le llama Archivo Madero Alfredo Álvarez y la mayor parte de él permanece en poder de sus herederos. Y decimos que la mayor parte porque, durante el gobierno de Felipe Calderón la Secretaría de Hacienda, al frente de la cual se encontraba Agustín Carstens, intentó comprarlo y dio a cuenta 6 millones de pesos quedando a deber otros 12… que ya nunca se recibieron. Por tal motivo, el ya mencionado nieto del salvador busca, o que Hacienda lo salde o encontrar a otro comprador que adquiera lo que aún falta.
¿Y qué es eso? Entre otras, lo siguiente:
Acervo fotográfico, documental, mobiliario y artículos personales que pertenecieron al presidente Francisco I. Madero, Francisco Villa, Alfredo Álvarez y José María Pino Suárez.
- Archivo fotográfico de la Revolución Mexicana de excelente calidad y conservación, catalogada y clasificada, incluye los nombres de los personajes, lugar y fecha. Las imágenes fueron tomadas por el fotógrafo personal Alfredo Álvarez de 1911 a 1942. (1126 fotografías)
- Cartas y telegramas del presidente Francisco I. Madero con Venustiano Carranza de 1909 a 1913. (8 cartas)
- Cartas y telegramas del presidente Francisco I. Madero con Abraham González de 1909 a 1913. (97 documentos)
- Collarín masón confeccionado en seda y bordado en hilo de plata que perteneció al Vicepresidente José María Pino Suárez.
- Espada porfiriana del año 1901 que perteneció a Doroteo Arango Arámbula (Francisco Villa).
- Puñal de hoja de acero con mango de hueso de cuerno de toro, utilizado por el ejército de Villa en la batalla de Columbus.
Y otros 25 objetos más, todos de indudable valor histórico.
Por todo lo anterior, como ya señalamos, sus actuales propietarios pretenden el pago de 12 millones libres de impuestos.
Mención aparte merece la banda presidencial que Madero lució sobre su pecho mientras fue presidente y que, contrario a lo que cabe suponer, es una prenda bastante sencilla, incluso hasta parece hecha a mano. Su valor, de entrada es de 7 millones de pesos y, durante el gobierno de Felipe Calderón fue presentada para su exhibición durante las Fiestas del Bicentenario: en una ocasión, la banda fue asegurada por 5 millones de dólares.
Así como todos los mexicanos de la clase trabajadora, los legítimos herederos de todos los tesoros antes mencionados, desconfían de la 4T por las continuas muestras de experiencia que el actual gobierno ha dado cada vez que se habla del Acervo Madero: incluso la parte que Hacienda adquirió ya en el pasado permanece triste y olvidada en una bodega.
El Publicista ha querido publicar tan apasionante historia por si tú, lector querido, te interesa adquirir tan original historia. O por si sabes de alguien que se interese y tenga la luz necesaria.
Si yo pudiera abriría un museo-restaurante con esa muestra, buscaría que estuviera en la Calle Madero del Centro Histórico y serviría comida de época: como chiles en nogada, por ejemplo. Porque, además, de toda la magia de esta historia y los objetos que la componen, acompañan al acervo el descubrimiento de muchas otras verdades que habían permanecido ocultas por intereses políticos y de otra índole. Como, por ejemplo, los verdaderos nombres de los asesinos de Madero y Pino Suárez: fueron unos genízaros de apellido Cárdenas y Pimienta y de ello hay abundantes fuentes.
¿Quién dijo yo?
Interesados escribir a Alfredo Álvarez: alvarezalvaradocarlos8@gmail.com