Desde hace años y felices días de muertos, nuestro amigo Jesús Cuevas mantiene la memorable costumbre de enviar a todos los amigos, como yo, una calaverita con el nombre del destinatario rotulado en la frente.
Esqueleto que, hasta 2018 había sido siempre de azúcar, pero que en este 2019 ya es de chocolate… ¡y está delicioso! (A ver si no me lleno de barros).
Costumbre, deliciosa desde cualquier punto de vista, que cabe destacar porque se trata de una excelente labor de RP ya que, como todas las cosas buenas, tiene el mérito de la constancia.