No para de inventar excusas o buscar culpables. Corrección: el señor NO SABE. Y punto.
El apodo del Tercer López se me ocurrió el día en que me puse a hacer cuentas y caí en que, en la historia de México, ya ha habido tres presidentes con ese apellido: Antonio López de Santana; Adolfo López Mateos y Andrés Manuel López Obrador.
El primero malo, el segundo excelente y el tercero mediocre. De todo hay en la viña del Señor. Y es que para entender en su anacronismo al Tercer López debemos ubicar que él nació y creció en Tabasco, uno de los estados más pobres de México, donde la fuente de toda riqueza y actividad económica ha sido siempre PEMEX.
Lo malo es que él, el Tercer López, ahí se quedó: con solo dejarlo hablar en las conferencias matutinas y a toda hora hemos podido darnos cuenta de que el señor es ignorante hasta donde no. No sabe pero se avienta a opinar. Y se quema de todo a todo. Insisto, él solito. Eso de aventarse a pedirle una disculpa al FMI no es de tarugos, sino de lo que sigue. El término exacto no lo mencionamos por respeto a los socios del PUP a la cual nos honra pertenecer.
Con ese desconocimiento de todo lo que no comprende, el Tercer López ha acometido infinidad de proyectos… y no ha terminado ninguno. El huachicoleo, el Nuevo Aeropuerto, la Reforma Educativa y muchas otras cosas han sido abordadas por el Presidente en el más puro estilo cantinflesco… y todos están a medias.
Incluso yo dudo que se concrete algún. Ese es mi sentir, también, con la refinería de Dos Bocas: les apuesto doble contra sencillo que no va a ser concluida en los tiempos prometidos. Y, entonces, sí el Tercer López le va a echar la culpa a medio mundo. Empezando por el neoliberalismo, que él no entiende, pero siempre lo pone como al gran culpable.
Por favor: ya no le demos cuerda. Pongámonos a trabajar y dejemos que, como el pez de la Lotería, muera por su propia boca.