Hace 57 años mi maestro, Armando Ayala Anguiano, tuvo la visión de lanzar al mercado mexicano una revista a la que tituló Contenido “sin afán de competir con Selecciones del Reader’s Digest” decía mi mentor. Y es que Contenido era también de tamaño bolsillo, (pero más chica que media carta) con diversos reportajes sobre lo más sobresaliente de la realidad mexicana en un 70%, el resto sí eran temas internacionales. Y Contenido sobrevivió por más de 57 años.
Recuerdo que uno de sus más memorables reportajes se tituló “¿Qué hace José López Portillo en su retiro?” a propósito de uno de los peores presidentes que México tuvo en el siglo 20 “de ese tiraje no hubo devolución” me comentó Don Armando quien, como dato curioso, siempre traía consigo su máquina de escribir: una Olivetti Lettera en su propio estuche. Finalmente, cuando Ayala Anguiano se jubiló, sus títulos fueron adquiridos por Grupo Carso quien intentó, sin éxito, continuar con la publicación de Contenido.
El lunes 1° de marzo se dio a conocer que a partir de esa fecha Contenido dejaba de publicarse… ¡después de 57 años de lucha!
Si me permiten un señalamiento, mis queridos lectores, la culpa de este terrible fracaso es de dos señoras a quienes la familia Slim puso de manera inexplicable al frente de Editorial Contenido: la primera fue Jimena Cárdenas Estandía, cuya familia ya había quebrado a El Financiero y ella repitió la misma hazaña con Contenido: no vendió nada a pesar de contar con uno de los mejores y más competitivos productos del mercado mexicano.
La otra incompetente de a madres es Paulina Vieitez de cuya falta de profesionalismo seguro se han de acordar muchos de nuestros lectores ya que, hace más o menos 20 años, Pancho Gilardi intentó editar una revista de publicidad, de la que incluso se editaron 10-12 números en tamaño tabloide, pero que al final quebró por la impericia de Doña Paulina que dizque era “la directora”, (es un decir).
Con esos pésimos antecedentes, el dúo dinámico de Jimena y Paulina despachó a Contenido en menos de 4 años: que su conciencia se los reproche.