Yo conocí a Alfredo Gandur Rubinstein algunos años después de fundar su propia agencia: Pauta Creativa; ubicada primeramente en la calle de Mérida en la Colonia Roma y posteriormente en la calle de Watteau, en la Colonia Mixcoac del entonces Distrito Federal. Eran los comienzos de la última década del siglo XX y el Sr. Gandur manejaba ahí cuentas como Bancomer, Selecciones del Reader´s Digest, Peras de Estados Unidos y por supuesto Leche y Helados Santa Clara, Alfredo me habló maravillas de la marca: eso y su bonhomía me cautivaron desde el primer momento y desde entonces fuimos muy amigos. Así transcurrieron 32 años, para ser exactos, a lo largo de los cuales tuve la fortuna de compartir con Alfredo Gandur muchas y muy aleccionadoras experiencias para mí, tanto en Pauta Creativa como en AMAPRO, asociación de la que nuestro amigo fue Presidente; y a la que apoyó siempre con un elemento vital en estos tiempos: la capacitación.
Siempre que él y yo platicamos –y fueron muchas veces- el Sr. Gandur se deshacía en comentarios sobre los diferentes programas de capacitación que en su momento estaba desarrollando para las agencias de AMAPRO, distintos y por lo mismo muy enriquecedores, en cada ocasión. Era un maestro nato, que compartía con gusto y entusiasmo con todos los que le rodeaban: con sus clientes, empleados y amigos sin importar que, como en mi caso, el remedo de alumno fuera un neófito absoluto en materia de promoción.
Aquí quiero hacer una pausa para llamar la atención de mis lectores al hecho de que ya estoy hablando en pasado: lo hago así porque, por desgracia, Alfredo Gandur Rubinstein falleció el pasado 23 de abril de 2022 llevándose una parte de los muchos corazones de quienes tanto lo queríamos. Como decía Alberto Cortéz en una de sus muchas canciones “cuando un amigo se va, se va llevándose consigo algo de nosotros”.
Así me pasó a mí con Alfredo Gandur. Y, conforme a mi costumbre, dejé pasar un par de semanas antes de escribir cualquier cosa sobre el amigo. Su esposa de toda la vida, Laura Orozco me ayudó mucho con algunos de los generales acerca de Alfredo.
Él nació en la CDMX en 1963 por lo que tenía apenas 58 años al morir. Su formación elemental la cursó en escuelas maristas como el Instituto México y el Centro Universitario México. Estudió la licenciatura en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, en el subsistema de Publicidad y Mercadotecnia. Realizó estudios de Posgrado en Mercadotecnia en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Planeación Estratégica de Mercadotecnia en la UIA, así como un Programa de Desarrollo Integral del Empresario.
Inició su servicio social en Presidencia de la República, en el área de Comunicación Interna. Posteriormente ingresó a diferentes Agencias de Publicidad vigentes en esa época como Clarín, Agencia de Germán Baz a cargo de marcas como Bosch, bicicletas Windsor y motocicletas Carabela. Colaboró también en García Patto Publicidad, en el área de servicio a clientes, atendiendo a Organización Bimbo, con la línea de productos Marinela y Tía Rosa.
Posteriormente se integró a Bancomer en el área de Mercadotecnia, participando en el lanzamiento de diferentes servicios de inversión y medios alternos. En esta posición coordinó agencias como Leo Burnett, D’Arcy, Augusto Elías, entre otras.
De ahí salió para fundar Pauta Creativa en 1990, con la frescura de sus 26 años de edad; una Agencia de Comunicación Integral con un modelo de servicio diferenciado, cubriendo nichos de mercado descubiertos por proveedores tradicionales, ofreciendo soluciones integrales con estrategia, creatividad y operación bajo el mismo techo, con un enfoque a resultados.
Dos años después conoció a Laura, su esposa.
“Yo trabajaba con mi papá en la administración del Instituto Especializado para Ejecutivos, la única escuela superior en México que imparte un doctorado en el tema fiscal. Por aquel entonces necesitábamos un folleto para promover al instituto y alguien me recomendó con Alfredo a quien llamé y él me citó en su oficina “para conocernos bien”, me dijo. Y yo acepté en contra de mi costumbre. El día de la cita llegué yo puntualmente y el santo señor… ¡me hizo esperar media hora porque aún no llegaba! Finalmente, justo cuando yo ya me iba, él llegó y me ganó con su simpatía y profesionalismo.
Nunca hicimos el folleto, pero nos hicimos novios y nos casamos dos años después, en 1994. Tuvimos tres hijos: Bernardo, Santiago y Natalia; actualmente estudiando Comunicación, Mercadotecnia y Diseño Industrial también en la Ibero; en eso salieron a su papá.
El IEE continúa operando y le va muy bien porque lo dirigimos entre mis dos hermanas y yo” con el apoyo de el Dr. Salvador Leaños Flores y un equipo de más de 100 profesionales, nos dice Laura.
Una de las primeras cosas, que nosotros admiramos en Alfredo Gandur cuando lo conocimos, fue su mente abierta a todo cuanto era innovación: su agencia fue la primera en incorporar de manera íntegra, el aspecto digital a su diario quehacer. Siempre que le visitábamos en sus oficinas, que fueron creciendo al paso del tiempo hasta llegar a ocupar varias casas y edificios en la parte bonita de Coyoacán, Alfredo nos sorprendía mostrándonos una nueva herramienta, o varias de ellas, que en mucho mejoraban la labor de la agencia en pro de las marcas de sus clientes.
Él fue de los primeros en instalar su propio call center dentro de sus instalaciones, mismo que sigue funcionando a pesar de los vaivenes de la especialidad promocional en México y el mundo.
Pero sin duda, ahora que lo veo a la distancia del tiempo, lo que yo siempre admiré en Alfredo Gandur fue su capacidad para adivinar –y para acertar- casi de inmediato en las nuevas tecnologías y tendencias que la vida nos iba ofreciendo prácticamente a diario y adaptarlas a la labor profesional del día a día: así, la actividad promocional, de la generación de Alfredo, era casi de nivel artesanal, creció y se sofisticó hasta convertirse en lo que es ahora en México: la rama más importante de la mercadotecnia moderna; la herramienta en la que las marcas pueden depositar su confianza, con la seguridad de que van a obtener los resultados de ventas e imagen previamente fijados. Y Alfredo Gandur fue una pieza clave de este logro, no solo en lo personal, en su agencia y en la AMAPRO sino, también, en cuanto a la sociedad mexicana en pleno. De eso es algo de lo que debemos sentirnos orgullosos todos los que fuimos –y seguimos siendo- sus amigos.
Hoy en día su agencia cuenta con un equipo de 152 personas y sirve a muchos de los anunciantes más prestigiosos y exigentes del país, como Walmart, Coca-Cola, Smuckers, Sanofi, Splenda, Kellogg’s y muchos otros.
Fue prácticamente para Kellogg’s, a quien la agencia sirve desde hace más de 28 años, donde yo le conocí a Pauta Creativa uno de sus proyectos más admirables y eficaces: un programa de lealtad llamado El Club del Tigre Toño en el que llegaron a participar miles de niñas, niños y algunos no tan niños que obtenían recompensas a través del canje de códigos de barras de los empaques de Zucaritas. Y la comunicación con esos fans, (entre los que tuve el honor de contarme porque siempre he sido un gran admirador del Tigre, mi tocayo), era a través del correo, del internet y el teléfono… ¡todo a la vez y de forma perfectamente sincronizada!
“Este es ya un corporativo, que emplea a miles de personas de forma directa e indirecta y que, por lo mismo, no podemos parar. A pesar del duelo que nos significó la pérdida de Alfredo, seguimos trabajando sin detenernos para nada. Contamos con un equipo ejecutivo de primerísimo nivel, entre ejecutivos, creativos y demás, que conoce su labor y que no ha cesado en sus funciones. Incluso unos cuantos días después del fallecimiento del Sr. Gandur, la agencia llevó a cabo una exitosa promoción para Bodega Aurrerá, en la que los clientes participaron para ganar un concierto del Día de las Madres con Pandora y como banderazo inicial del Hot Sale tuvimos un evento en el piso 44 del WTC con Margarita La Diosa de la Cumbia, contando con más de 50,000 usuarios disfrutando del concierto de manera virtual. Y qué bueno, porque eso es lo que Alfredo hubiera querido: que continuáramos con su obra… ¡y ahí vamos!”, concluye Doña Laura Orozco.
Solo para terminar, me parece que en la vida de Alfredo Gandur, al igual que en la de otros grandes de la industria de la promoción en este país, hay un capítulo olvidado y al que no se le ha dado un justo reconocimiento: la justicia para las mujeres. Y es que, entre los cientos de miles de trabajadores a los que la promoción profesional da un empleo justo y digno hoy en día, más del 65% son mujeres que desempeñan diversas labores en almacenes y tiendas de autoservicio en todo el país. Cuando, hará cosa de unos 40 años, a finales del siglo XX, cuando se inventaron las plazas de promotor, demostrador, supervisor y demás en los puntos de venta, quienes ocuparon esas vacantes fueron mujeres en su mayoría, de los estratos más humildes de la sociedad y con estudios de primaria en promedio. Y, de acuerdo a la realidad del país, en su mayoría madres solteras.
Hoy en día, pocas décadas después, todas esas damas cuentan con preparatoria terminada, son muy ejecutivas en lo que hacen. Y para variar, dan a sus hijos una vida digna y una mejor educación. Si eso, que viene a significar un mejor nivel de vida para las mujeres y para la sociedad mexicana en general, ha sido posible, ello se debe no solo al granito, sino al puño de arena que el Sr. Gandur puso al respecto.
Y, ahora sí, la última y nos vamos: permítanme mis amables lectores hacer aquí un paréntesis personal.
Resulta que, ahí como me ven, tengo mis lecturas. Y una de mis pasiones es la teología, (ahí nomás para el gasto). Así descubrí que, dentro de la liturgia, existe San Jorge, una especie de santo de leyenda, cuya historia narra que se enfrentó a un dragón y lo venció. Y así se representa, por lo general montando a caballo. Y cuando este servidor suyo le preguntó a un especialista cómo era posible que la teología hablara de tan mítico animal en sus sagradas escrituras, el erudito me contestó: “no es el dragón, sino lo que éste significa. Es el logro de una gran hazaña. Es vencer las dificultades para lograr un noble propósito”.
Y ahora, volviendo a esta semblanza sobre Alfredo Gandur Rubinstein, mis amables lectores… ¿ya se dieron cuenta en qué día falleció nuestro amigo?
Pues justo el 23 de abril, que el santoral marca como el día de San Jorge. Él, Alfredo, que durante toda su vida venció a todo tipo de dificultades a base del conocimiento, el entusiasmo, la creatividad y el buen humor, se va dejándonos una gran lección: no importa cuán grande o extraña parezca tu adversario, si te lo propones lograrás superarlo.
Descanse en paz tan querido amigo.