El año pasado, cuando trascendió que Coca – Cola dejaba a su entonces agencia de medios fueron muchos los que respiraron con alivio. Y es que, de unos años a la fecha, esa marca como que ha actuado de forma por demás errática en su renglón publicitario. Por favor, no me malinterpreten: considero que sus contenidos siguen siendo magníficos. Creativos, oportunos, ingeniosos y muy bien producidos.
Es en lo que toca a la difusión en donde las cosas lucen extrañas hasta cierto punto: como que Coca – Cola ya no se ve tanto. O invierte menos o ha estado comprando mal. Ya antes señalamos que durante los tres o cuatro años la agencia en turno pedía un 20%, de entrada, de rebate. Esto es, me das cien, pero te pago solo ochenta. Y luego me tienes que dar un 21% de comisión de agencia, (“porque yo tengo que ganar algo”). Y, después de todo, me tienes que bonificar un 20% extra de tu espacio o tiempo “y yo te digo en qué vamos a utilizar esos tiempos”.
Ignoramos si al final las cosas quedaran tal cuales o hubo una cierta negociación. Lo que sí hubo, ya lo estamos viendo, infinidad de quejas, por parte de los medios: de ahí que ya haya en el Senado una Nueva Ley de Transparencia en los Medios, que busca acabar, hasta donde sea posible, tantas transas.
Lo que nos parece en verdad sorprendente es que Coca – Cola, una marca que se cuida tanto y que siempre ha sido tema de controversias, se preste ahora a maniobras que pudieran parecer turbias: porque el Sr. Dorian Cruz, actual director general de Dover, la nueva dizque agencia de medios de Coca – Cola, fue antes director de medios del lado de ese mismo cliente: ¿quiere decir que él mismo se auto designó y luego se salió de Coca para ir a atender su negocito?
¡Negociazo…! Porque, de entrada, nada ha cambiado en las exigencias de Dover para con los medios. Y estos ya se están quejando porque las cosas están peor que antes. ¿En dónde está entonces la honradez?