Finalmente, tras 15 años de angustiosa agonía y 8 de grandes pérdidas, el icono norteamericano de los grandes almacenes (se puede decir que ellos inventaron la categoría), se declaró en banca rota en octubre de 2018.
Con una historia de 125 años, Sears fue la promesa en muchos sentidos: enviaban catálogos a casi todos los hogares de EU y entregaban la mercancía a domicilio; fueron los constructores de los primeros de los primeros centros comerciales en el mundo, en donde otra vez fueron pioneros al poner estacionamientos para los autos de sus clientes. Y en abrir los domingos.
De igual modo Sears es propietaria, (o era), de la marca de electrodomésticos Kenmore y de la herramienta Craftsman presentes en todos los hogares norteamericanos a partir de la década de los cincuenta del siglo pasado, cuando concluyó la Guerra Mundial.
Incluso muchas familias gringas aún viven en casas prefabricadas, que ordenaban por correo, llegaban en cajas denominadas “Sears Kit” y se entregaban por ferrocarril. En 1973 abrió la Torre Sears en ese entonces el edificio más alto del mundo. Así y todo, Sears se fue quedando atrás frente a la competencia de Walmart, Target, Home Depot y otras en las que comprar era más fácil y divertido.
El principio del fin vino cuando la cadena se fusionó con K-Mart, que antes había sido adquirida, a precios de quiebra, por Edward Lampert un niño rico dedicado a invertir los dineros de su familia, pero sin ninguna experiencia en almacenes… ¡y que lo ponen de director general del consorcio! 2007 fue el último año en que Sears tuvo utilidades.
De entonces para acá, durante 11 años, ha tenido que cerrar más de 1700 puntos de venta y ha perdido 30 mil millones en el valor de sus acciones. Cuando termine de cerrar sus tiendas habrá despedido a 70 mil empleados y dejado en un grave predicamento a sus cien mil jubilados.
¿Pues qué hizo el tarugo de Lampert…? Básicamente no supo. Se aventó a un negocio sin la más mínima idea de lo que se esperaba de él: es más, dudamos de que antes, en su vida, hubiese siquiera trabajado.
Desde el punto de vista MKT, Edie empezó por bajarle el gasto a la publicidad, (típico de todos los tarugos), a la existencia de inventarios y al mantenimiento de sus tiendas: si estas ya parecían viejas acabaron de estarlo por la tacañería del Sr. Lampert. Obvio: al negocio se lo cargó patas de cabra. Y así y todo el inepto se defiende argumentando que todo lo hizo por el bien de Sears y de sus empleados… ¡pues lo hizo muy mal!
Y ponemos un ejemplo, solo uno para evidenciarlo tal cual: en 1985, cuando Sears lanzó su tarjeta de crédito Discovery se convirtió en uno de los mayores prestamistas de EU donde 60 millones de personas manejaban un plástico de la empresa. Si a cada usuario de esos Sears le vendía y/o prestaba mil pesitos, hablamos de que cada 30 días pasaban por las arcas de la empresa 60 mil millones de pesos.
Deveras que se necesita ser un imbécil bueno para nada para perder tan espléndido negocio.