Porque, para empezar, me parece una incongruencia ponerle un nombre femenino a un refresco que es masculino por categoría. La Mexicana (con orgullo) tiene una campaña publicitaria bien producida, pero carente por entero de estrategia. Carece de USP, contiene exceso de argumentos, no especifica de qué sabor es la bebida y qué tiene que aportar en un mercado en donde la competencia abunda.
Para colmo, su distribución es paupérrima: de un total de 100 establecimientos de tipo changarro visitados por este reportero para preguntar por la Mexicana, solo en 20 había existencia “porque el camión solo viene cada mes”. (En contra partida, la competencia visita a diario cada tiendita). Lo cual favorece los abusos: quien esto escribe pagó 15 pesos por la botella de 600 ml, cuando en la TV abierta lo anunciaron en 13: un sobreprecio de 18%, que nos pareció excesivo.
¿Y de qué sabor es el mentado engendro refresqueril? Nadie sabe, nadie supo: en la etiqueta del caso se lee que está endulzada con sacarosa de maíz y que sus saborizantes son “idénticos al natural y naturales” (sic). O séase pura química.
Tal vez la razón de tantos errores de Mexicana podamos encontrarla en su fabricante: se trata de Qualamex, S.A. de C.V. empresa que llegó a nuestro país hace ya algunos años para vendernos el Bon Ice, que eran unas agüitas pintadas que se vendían en la calles, justo en los altos y que solo duraron a la venta el día y la víspera. Después, la empresa se lanzó con Mexi-Cola, que tampoco ha tenido gran éxito. Y ahora viene a tratar de sorprendernos con un refresco sin sabor, con un empaque de tercer mundo y mal distribuido.
Un producto que pretenden posicionar como lo mas recomendable para acompañar a la comida mexicana: que esa sí, para que vean, sí tiene sabor. Todo lo cual nos lleva a una inquietante pregunta: ¿de dónde saca Qualamex tanto dinero como para botarlo sin oficio ni beneficio… quiénes son esos publicistas cómplices de tan mal estrategia?