Después de más de un año de estar licitando sus espacios publicitarios entre empresas especializadas en esa venta, finalmente, a principios de octubre de 2018, el Grupo Aeroportuario Centro-Norte, (OMA), dio a conocer que, en lo sucesivo, el Grupo ISA Corporativo, que encabezan los hermanos Hugo y Raúl Camouserá la empresa encargada de comercializar sus espacios publicitarios en trece aeropuertos del norte del país, dentro de los cuales Monterrey, N.L. es lo que podríamos llamar “la joya de la corona”.
Se trata de una concesión que, en honor a la verdad, como que no acaba de convencernos en función a las erratas políticas de OMA en el pasado: de entrada no entendemos cómo puede tener una razón social que no coincide, en absoluto, con sus pretendidas iniciales.
E igualmente extrañas están sus políticas al respecto: empezaron manejando unas tarifas absurdas, demasiado altas para su alcance y frecuencia, con la excusa del alto poder adquisitivo de su auditorio… ¡y para nada! Muy pronto los anunciantes se dieron cuenta de que la mayoría de los clientes que viajan por OMA son de bajo nivel socioeconómico y que no vale la pena pagar mucho por llegar a ellos con contenidos publicitarios ex profeso.
Es más, en general, en todo México la publicidad exterior en recintos techados se ha manejado con la punta del pie: con tarifas por demás elevadas en función al costo beneficio de los reportes, una extraordinaria lentitud en las respuestas y múltiples problemas de mantenimiento.
Con la bronca adicional, (y principal), que por regla general los gerentes de publicidad de plazas comerciales, aeropuertos, estadios y demás son una runfla de burócratas sin la más mínima idea de lo mucho que una política comercial, bien manejada, podría arrojar a sus recintos.
Esperamos que ISA Corporativo, que ya ha demostrado un buen manejo del AICM, logre cambiar esa mala imagen que el gremio tiene de los exteriores bajo techo: porque, de que el medio es bueno, lo es.