Durante los últimos meses se ha desatado una plaga de vivales que, dándose baños de avanzada tecnología, recurren a lo más rebuscado e ininteligible verborrea para tratar de convencer a los industriales del exterior mexicanos de comprometer con ellos a su inventario o planta instalada de pantallas digitales para conformar una poderosa plataforma de esas estructuras a fin de “hacer más y mejores negocios. Porque ahí está el futuro. Tú fírmame y yo me encargo de venderte todo a cambio de una módica comisión de tan solo el 55%”.
Ese es el porcentaje que está manejando el Sr. Marco Muñoz, peruano brasileño, director de Ads móvil empresa intermediaria (DSP) de la tan mal llamada ahora publicidad programática en exteriores.
Y abundan las compañías de ese tipo como Beeyond, Hivestack, Tap Tap, Kimik Ads, y otras diez cuando menos, que pretenden cobrar un porcentaje “más moderado”, del 35% en promedio, a cambio de nada.
Porque ni garantizan ventas ni audiencias: no existen estudios de recordación, a ese respecto, entre el público consumidor.
De ahí que El Publicista, como organizador que es también del Tótem, esté organizando a un panel de expertos, de esos que sí saben y se les reconoce, quienes darán su opinión en febrero de 2023, durante la correspondiente ceremonia de premiación del Tótem 2022-2023.
¿Por qué hasta entonces?
Porque queremos que el caos se asiente, que la moda pase y que haya estudios de recordación que demuestren si vale la pena tanta molestia. Porque hasta ahora todas son especulaciones. Nosotros, con nuestra gran sapiencia en temas de exteriores, nos atrevemos a hacer una predicción: pronto los DSP´S y los SSP´S se fundirán en uno solo y cada propietario de inventarios contará con el suyo.
No puede haber tantos intermediarios en una categoría de medios en donde ya de por sí hay muchos.